No te inclinaras a sus dioses, ni los servirás, ni harás como ellos hacen; antes los quebraras del todo y destruirás del todo y quebraras sus estatuas.” (Éxodo 23:20-24).
Se recordó del día
en que se le apareció al profeta Balaam, quien iba dispuesto a maldecir al pueblo
de Dios porque el rey de Moab le ofreció pagarle para que lo maldijera, y se le
opuso en el camino, e hizo hablar al asna, porque no estaba de acuerdo en que
maldijera a Israel. “Así Balaam se levantó por la mañana, enalbardo su asna, y
fue con los príncipes de Moab. Y la ira de Dios se encendió porque él iba; y el
Ángel de Jehová se puso en el camino por adversario suyo. Iba pues el montado
sobre su asna, y con el dos criados suyos. Y el asna vio el Ángel de Jehová que
estaba en el camino con su espada desnuda en su mano; y se apartó el asna del
camino, e iba por el campo. Entonces azoto Balaam al asna para hacerla volver
al camino. Pero el Ángel de Jehová se puso en una senda de viñas que tenía
pared a un lado y pared al otro. Y viendo el asna al Ángel de Jehová, se pegó a
la pared, y apretó contra la pared a Balaam; y el volvió a azotarla. Y el Ángel
de Jehová, paso más allá, y se puso en una angostura donde no había camino para
apartarse, ni a derecha ni a izquierda.
Y viendo el asna el Ángel de Jehová, se echó
debajo de Balaam, y Balaam se enojó y azoto al asna con un palo. Entonces Jehová
abrió la boca del asna, la cual dijo a Balaam: ¿Qué te he hecho, que me has
azotado estas tres veces? Y Balaam respondió al asna y le dijo: porque te has
burlado de mí. ¡Ojala tuviera espada en mi mano, que ahora te mataría!, Y el
asna dijo a Balaam: ¿No soy yo tu asna? Sobre mi has cabalgado desde que tú me
tienes hasta este día; ¿he acostumbrado hacerlo así contigo? Y el respondió:
No.
Entonces Jehová abrió
los ojos de Balaam, y vio al Ángel de Jehová que estaba en el camino y tenía su
espada desnuda en su mano.
Y Balaam hizo
reverencia, y se inclinó sobre su rostro. Y el Ángel de Jehová le dijo: ¿Por
qué has azotado tu asna estas tres veces? He aquí yo he salido para resistirte, porque
tu camino es perverso delante de mí. El asna me ha visto, y se ha apartado
luego delante de mi estas tres veces; y si de mí no se hubiera apartado, yo también
ahora te mataría a ti, y a ella dejaría viva.
Entonces Balaam
dijo al Ángel de Jehová: He pecado porque no sabía que tú te ponías delante de mí
en el camino; mas ahora si te parece mal yo me volveré.
Y el Ángel de Jehová
dijo a Balaam : Ve con esos hombres pero la palabra que yo te diga, esa
hablaras. “(Números 22: 1-40).
Entre muchos
otros recuerdos, su corazón se llenaba de amor y de dolor, esas alabanzas que
en ese momento escuchaba Jesús sabía que dentro de pocos días cesarían y muchos
aclamarían su muerte…
Pero en esos
momentos la multitudes al paso de Jesús tendían sus mantos, “Cuando llegaban
cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de sus discípulos,
gozándose comenzó alabar a Dios a grandes voces, por todas las maravillas que habían
visto.
Diciendo ¡Bendito
el Rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo y gloria en las
alturas!.
Entonces algunos
fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos.
El respondiendo
les dijo: Os digo que si estos callaran,
las piedras clamarían.
Y cuando llego
cerca de la ciudad, al verla lloro sobre ella, diciendo:
¡Oh,
si tú también conocieses, a lo menos en este día, lo que es para tu paz!, mas
ahora esta encubierto a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus
enemigos te rodearan con vallado, y te sitiaran, y por todas partes te
estrecharan, y te derribaran a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejaran
en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.”
Sin embargo el
que amaba tanto al pueblo de Israel, conocía que era necesario pasar por todas
estas cosas para la salvación de toda la humanidad… con anterioridad algunos
fariseos llegaron diciéndole: “Sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere
matar.
Y les dijo: Id, y
decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios, y hago curaciones, hoy y
mañana y el tercer día termino mi obra.
Sin embargo es
necesario que hoy y mañana siga mi camino; porque no es posible que un profeta
muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén,
que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces
quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos y no quisiste!
He aquí vuestra
casa os es dejada desierta; y os digo que no me veréis; hasta que llegue el
tiempo en que digáis Bendito el que viene en el nombre del Señor.” (Lucas 13:
31-35)
El concepto de Jesús
para los religiosos de esa época, era de un ser débil, y era todo lo contrario,
no era que Jesús fuera un ser que no tenía poder para defenderse, simplemente
era que toda su fuerza y su poder lo había depuesto para ser el cordero pascual
para redimirnos, porque existía ninguna otra forma de vencer al diablo, al
pecado y a la muerte, pero nadie entendía este gran misterio.
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