a ocupar el lugar de su mama; y además
porque una vecina ya se había fijado y le había dicho que eso no era bueno…
La primera menstruación vino, y
ella no hallaba que hacer, ¿a quién le decía?, ella creía que se estaba
muriendo, que tenía una herida por dentro y le pidió ayuda a su vecina para ir
al hospital, el abdomen le dolía y su
vecina pregunto qué le pasaba y le explico lo que necesitaba saber, que todo
estaba bien que no se preocupara; un día
sin querer el papa se dio cuenta que la vecina era quien la aconsejaba a su
hija, y le prohibió la amistad, le dio una paliza, con un cincho, dejando en
sus piernas grandes correazos, que quedaron color purpura, y su espalda la sentía
como herida, ni siquiera podía acostarse esa noche; el papa le dijo que todo lo
que él hacía era porque la quería… que
la vecina era muy mala persona y mal pensada, que no le hiciera caso, que él no
quería que fuera como las mujeres de su Colonia que andaban chismeando de casa
en casa… Las huidas fueron constantes y de parte de ella cuando se le acercaba
venia un repudio como para el mas asqueroso de los seres, que ni ella misma comprendía,
hasta que le decía, eso que me quiere
hacer a mi es lo mismo que les hace a las mamas que nos trae, no debe
ser bueno… ¡suélteme!, pero… ¿a quién le podía decir? ¿con quién se podía
quejar?; su mama por miedo no se acercaba a la casa, en las noches en su cama,
ella lloraba y trataba de no sollozar, a veces veía las estrellas y se
preguntaba si acaso existía una forma de salir del mundo y buscar una casa en ese
basto firmamento, en una estrella quizás ¿Por qué no?, para que nadie la
molestara… ¿Cómo poder subir al cielo y escapar de ese infierno, de esa
realidad que la acechaba y le causaba tanto dolor a ella y a sus hermanitos a
quienes tanto amaba?, huía con desesperación, dormía con un temor terrible que
en cualquier momento su padre les causara algún daño… fue tan prematuro
despertar a la realidad de una vida que como una pequeña niña no le
correspondía vivir.
Los recuerdos en su mente volvían
repetitiva y constantemente… Y de nuevo esas palabras de esa mujer… “El Señor Jesús
Te Ama, y dio su vida por amor a ti”.
El ocaso aparecia por su ventana
y una leve brisa acariciaba su rostro, y parecía que fuera la voz de Dios mismo
diciéndole cuanto le amaba, pero de nuevo esos recuerdos que la atormentaban.
En un lapso de unos cinco años viviendo únicamente con su padre, entre huyendo dentro de la misma casa,
saliendo de cuando en cuando su papa llevaba a otra señora a su hogar y los
sacaba a la calle, por lo bonita que de adolecente, más de algún zipote (adolecente) le decía cosas bonitas, que la hacían sentirse
especial; y algunos hombres mayores y sin escrúpulos le decían cosas que a veces la hacían pensar
que fuera de su hogar podría tener un mejor futuro, por desgracia en su casa
debería parecer que debía de estar ya acostumbrada, a pesar de que huía de su
padre, y esa mala conducta ya había capturado las mentes de sus hermanos
menores y era más de lo mismo, el abuso
verbal y físico en contra de ella era más intenso, y ella huía y su padre la golpeaba, y le corría a todos los pretendientes…
A sus diecisiete años apareció un hombre mayor que
ella doce años, y le decía que la
quería, que la amaba, que se fuera con él, que el cuidaría de ella; pero ella se sentía sucia, y le preguntaba ella a
el que pasaría con sus hermanos, el hombre le decía que primero se la iba a
llevar a ella, y en cualquier momento él le iba ayudar a conseguir trabajo y se
iban a llevar a sus hermanos...
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