jueves, 19 de julio de 2012

Emisarios de la Muerte Cazadores al Asecho II


a ocupar el lugar de su mama; y además porque una vecina ya se había fijado y le había dicho que eso no era bueno…

La primera menstruación vino, y ella no hallaba que hacer, ¿a quién le decía?, ella creía que se estaba muriendo, que tenía una herida por dentro y le pidió ayuda a su vecina para ir al hospital, el abdomen le dolía  y su vecina pregunto qué le pasaba y le explico lo que necesitaba saber, que todo estaba bien que no se preocupara;  un día sin querer el papa se dio cuenta que la vecina era quien la aconsejaba a su hija, y le prohibió la amistad, le dio una paliza, con un cincho, dejando en sus piernas grandes correazos, que  quedaron color purpura, y su espalda la sentía como herida, ni siquiera podía acostarse esa noche; el papa le dijo que todo lo que él hacía era porque la quería…   que la vecina era muy mala persona y mal pensada, que no le hiciera caso, que él no quería que fuera como las mujeres de su Colonia que andaban chismeando de casa en casa… Las huidas fueron constantes y de parte de ella cuando se le acercaba venia un repudio como para el mas asqueroso de los seres, que ni ella misma comprendía, hasta que le decía, eso que me quiere  hacer a mi es lo mismo que les hace a las mamas que nos trae, no debe ser bueno… ¡suélteme!, pero… ¿a quién le podía decir? ¿con quién se podía quejar?; su mama por miedo no se acercaba a la casa, en las noches en su cama, ella lloraba y trataba de no sollozar, a veces veía las estrellas y se preguntaba si acaso existía una forma de salir del mundo y buscar una casa en ese basto firmamento, en una estrella quizás ¿Por qué no?, para que nadie la molestara… ¿Cómo poder subir al cielo y escapar de ese infierno, de esa realidad que la acechaba y le causaba tanto dolor a ella y a sus hermanitos a quienes tanto amaba?, huía con desesperación, dormía con un temor terrible que en cualquier momento su padre les causara algún daño… fue tan prematuro despertar a la realidad de una vida que como una pequeña niña no le correspondía  vivir.

Los recuerdos en su mente volvían repetitiva y constantemente… Y de nuevo esas palabras de esa mujer… “El Señor Jesús Te Ama, y dio su vida por amor a ti”.

El ocaso aparecia por su ventana y una leve brisa acariciaba su rostro, y parecía que fuera la voz de Dios mismo diciéndole cuanto le amaba, pero de nuevo esos recuerdos que la atormentaban.

En un lapso de unos cinco  años viviendo únicamente con su padre,  entre huyendo dentro de la misma casa, saliendo de cuando en cuando su papa llevaba a otra señora a su hogar y los sacaba a la calle, por lo bonita que de adolecente, más  de algún zipote (adolecente)  le decía cosas bonitas, que la hacían sentirse especial; y algunos hombres mayores y sin escrúpulos  le decían cosas que a veces la hacían pensar que fuera de su hogar podría tener un mejor futuro, por desgracia en su casa debería parecer que debía de estar ya acostumbrada, a pesar de que huía de su padre, y esa mala conducta ya había capturado las mentes de sus hermanos menores y era más de lo mismo,  el abuso verbal y físico en contra de ella era más intenso,  y ella huía y su padre  la golpeaba, y  le corría a todos los pretendientes…
A sus diecisiete años apareció un hombre mayor que ella doce años,  y le decía que la quería, que la amaba, que se fuera con él, que el cuidaría de ella;  pero  ella se sentía sucia, y le preguntaba ella a el que pasaría con sus hermanos, el hombre le decía que primero se la iba a llevar a ella, y en cualquier momento él le iba ayudar a conseguir trabajo y se iban a llevar a sus hermanos...

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