“Bajo el Cielo de El Salvador”
Bajo el cielo de
El Salvador, nació José Lito Sibirian, a quienes todos conocían como Joselito,
fue el producto de una aventura de amor de juventud, que en realidad nunca fue
amor, su papa solo conquisto a su mama con engaños, la embarazo, reconoció el
hijo solo porque saco el color de sus ojos,
y se fue para el Norte y sobre todo porque la mama de Joselito era una
menor de edad, tenia a penas dieciséis años de edad, y lo podían llevar preso,
pero según él se iba para el norte, a conquistar el sueño americano, quería
triunfar; la mama de Joselito una mujer muy chula, que el sol se detenía solo
para verla, se quedo con todos sus sueños de muchacha por primera vez engañada;
destruidos, con su corazón roto, sintiéndose menos que nada, con un rotulo
invisible en la frente que por haber tenido semejante experiencia con el peor
de los hombres de la Colonia, les decía a todos los demás hombres “Se Puede”,
todo el que la conocía quedaba prendado de ella por su belleza y por su
sencillez; pero al saber quien había sido el que primero que la conquisto,
todos la menospreciaban se confundían y creían que era la más fácil de las
mujeres de ese lugar; semejante reputación la hacía fácil víctima del acoso,
del desprecio de los hombres que “querían satisfacer con esa mujer sus
instintos más bajos”, y del desprecio incansable de las mujeres del lugar, sin
importarles que ella era un ser humano y tenia sentimientos; la familia de la
mama de Joselito, no eran tan malas piezas lo único que desde el momento que se
enteraron que estaba embarazada, pusieron en una cobija las únicas dos mudadas
de ropa de la muchacha y la echaron a la calle, como perro sin dueño, ella
asustada suplicaba que no la echaran, pero sin misericordia le dieron una tunda
tan grande que casi pierde a Joselito, después de verla revolcándose en el
suelo, y ante el susto y el remordimiento de casi matar a un inocente y poder
ir a parar presos a la cárcel, por matar a un inocente que no tenia culpa; le
dijeron a la muchacha que la dejarían viviendo con ellos solamente el tiempo
del embarazo, y que se rebuscara para que se fuera, porque eran pobres pero
decentes, y ella, ya no cabía mas en esa casa; nunca la habían tratado bien; la
muchacha era la última de cinco hermanos, tres varones y una mujer mayores que
ella, y por ser los mayores creían que ella tenia que darles obediencia
absoluta y un profundo respeto; durante
esos ocho meses de embarazo a pesar de su estado comenzó su libertinaje, no tan
declarado, pero ya era un secreto a voces que la muchacha por su necesidad se
había corrompido, en la casa ya no había comida para ella, y no que siempre
hubiera habido, sino que la ración que anteriormente a su embarazo le daban
solo le había servido para medio subsistir; y los galanes que la perseguían
como perros salvajes, cada uno quería una oportunidad con ella aunque estuviera
embarazada, uno de los hombres que se la llevaba de fino pero la facha era de
puro monstruo, solo que bien vestido y con olor a perfume del más fuerte, de
ese perfume tan especial llamado siete machos,
la comenzó y a enamorar, el mala pieza del papa de Joselito ya había
regado el chisme que la muchacha ya había sido algo de él, que un plato de
comida era lo que le había costado, que en la primera salida la muchacha se le
había entregado; eran mentiras, había pasado muchos años cortejándola
secretamente, mandándole cartitas, dejándoselas todos los días en una indidura
del paredón de la casa donde ella vivia; diciéndole a una amiguita de la
escuela, de la muchacha que le insistiera a la muchacha para que saliera con
el, la madre de Joselito ni siquiera le ponia atención, y fue por eso que se
fijo que la muchacha tenia una sola amiga en la escuela, esa amiga era bastante
amigable con todo mundo, se hizo tan amiga del futuro padre de Joselito, poco a
poco ya se decían ellos que eran grandes amigos, la madre de Joselito guardaba
su distancia, ella no tenia ni intensiones de ser amiga, ni nada de el, no quizo porque tenia miedo y pena, si le
gustaba porque era un hombre guapo y a cualquiera le gustaba, era un chivito,
bien vestido y guapo según todo el mundo, pero en realidad era un chivito en
aguas, bien arreglado y sin nada de pisto en la bolsa, un perfecto holgazan, buscando
andaba quien lo mantuviera y ya había estado en concubinato con mas de tres
mujeres mayores que el, ellas le pagaban ciertos gustitos, andaba detrás de
otras tres niñas de la colonia, también adolecentes; y se oia un poco lejos del lugar donde vivía la madre de Joselito,
ciertos rumores que decían que a otra niña de la misma escuela donde estudiaba
la madre de Joselito, de octavo grado pero del turno de la mañana, y que tenia
quince años el fulano le había desgraciado la vida, que estaba embarazada y que
sus papas la habían mandado a Usulután porque de alla era la familia de ellos,
y que a varias niñas con engaños las había hecho caer, pero no decían cuales
adolecentes eran las afectadas, entonces todo el mundo suponía que el fulano se
las ingeniaba de diferentes formas para seducir y hacer caer a sus pobres
victimas; este fulano mayor que la mayoría de sus víctimas, era un bebedor de
los fines de semana, y también trasnochaba, de cuando en cuando se quedaba a
dormir con más de alguna mujer mayor, también se iba a jugar algún billar,
especialmente al billar llamado El Mónaco, en Ciudad Delgado, o se iba a meter
a los famosos bailes del centro de San Salvador, donde solo había asistencia de
firmitas como él, contaban las malas
lenguas que en uno de esos bailes casi le ralean la panza, por andar codiciando
y piropeando una mujer ajena; en fin hacia de las suyas y tenia sus mañas y las
de Pedro Ardimales; y cuando ya andaban hambre se iban al mercado Tineti a
comer sancocho, en esas salidas a veces hasta descalzo salía, y por tanto
embriagarse con una parva de vagos, sin oficio ni beneficio, los cuales
dejaban mucho que desear, ya tenia hasta pancita de bolo, cerca de su casa se
le solia ver conversando con mas de una señorita por la famosa Calle Gloria, y
por otros rumbos como por el Barrio San Sebastian, y por la Colonia Los Alpes,
en Ciudad Delgado, se le veía paseando y comiendo pupusas adentro del mercado
de Ciudad Delgado, aquí lo miraban porque les quedaba cerca, luego se sabia que
iba a San Martin y a Santa Tecla los fines de semana, ademas tenia familia en
Chalatenango y alla tenia una novia con permiso y con quien había planeado
casarse, que la familia de la muchacha tenia sus centavos y le habían prestado
dinero para que comprara un carro, porque el les había dicho que no tenia
trabajo y que queria reunir dinero para casarse con la muchacha y para
mantenerla como ella estaba acostumbrada y se merecía; y aunque sea frutas y
verduras iba a vender en las colonias, para comprar un terrenito y hacer una
casa para cuando se casara con la muchacha; le dieron el dinero, lo compro pero
por andar tomado con unas mujeres de mal vivir, choco y en dos meses había echo
parche el pobre carro, y le había dicho a la familia de la muchacha que lo
intentaron secuestrar y que a punta de pistola unos guerrilleros lo hicieron
manejar y que por el nerviosismo choco, la familia de la muchacha chalateca
feliz, que el infeliz estaba bien, le perdonaron la deuda, y el tuvo que vender
el carro como chatarra, la verdad era que el fulano no tenia trabajo porque
cada trabajo que conseguía lo perdia, siempre llegaba tarde, y no hacia lo que
se le encomendaba; en otra oportunidad a un tio hermanito de papa y mama de su
querida y amada madrecita, quien era dueño de una ferretería un poco fuerte en
Ciudad Delgado, le dijo que tenia una necesidad tan urgente que le prestara en
ese mismo momento dos mil colones, que tenia un problema serio y no le podía
explicar, y ante la gran urgencia que le simulo, el pobre señor solo tenia mil
colones, se los dio, y pasadas dos horas el tio llego a la casa del fulano para
ver, cual era la urgencia y la gran necesidad, y nadie sabia que decirle, la
necesidad consistía en que junto con varios de sus amigos, habían planeado irse
al mar, y los otros fulanos casi solo ellos habían estado poniendo para el
vicio y el no les había soltado nada, por lo que lo estaban presionando para se
reivindicara con ellos, conocido el asunto y pasados tres meses el tio volvió a
llegar a la casa del fulano, y todos le salieron bien contentos, le dijeron que
no se preocupara por su dinero que en ese mismo dia el fulano se acababa de
sacar la lotería y que había dicho que a su tio por haber sido tan bueno con el,
era el único a quien le iba a regalar mil colones a parte de los mil que le
debía, el pobre tio nunca recibió nada, pero como su hermanita la madre del
fulano era quien se lo decía, el tio decidió que por ser familia como iba a
cobrarle, pues la vieja mentirosa le invento que ella tenia una enfermedad
incurable y que para eso habían gastado los mil colones y que el sangano de su
hijo hasta ya tenia endeudado lo que se
gano en la lotería; El fulano, sin oficio ni beneficio por estar sin que hacer
llegaba todos los dias a la escuela, donde estudiaba la muchacha, esta conducta
fue durante cinco años, el malvado, cuando calculaba que la pobre muchacha ya
iba a salir, el llegaba a la escuela, difícilmente faltaba, aunque lloviera
llegaba, por este motivo ella comenzó a
creer que si la amaba, porque ni siquiera le importaba irse empapado de agua
por estar cerca de ella, al tercer año de andarla persiguiendo por medio de
cartas se hicieron novios, el se iba enamorándola por el camino ella caminando
adelante, y el a varios pasos detrás de ella, y hablando unas cuantas palabras
con la compañerita de ella, quien en serio era de lo mas ingenua y se iba por
todo el camino siguiéndole la corriente y echándole leña al fuego ayudándole al
perverso, sin saber que esa iba ser la peor desgracia de su amiga; el muy malo
había apostado que esa muchacha iba a caer con él, le costara lo que le costara
y le llevara el tiempo que le llevara, claro
tenía todo el tiempo del mundo para insistirle que le hiciera caso, no
trabajaba; ni estudiaba, la mama tenía una pequeña tienda, pero bastante
surtida, era una mujer muy alcahueta con sus hijos, a este pérfido no le exigía
nada, ella sabia sus malandanzas, y las de sus demás hijos; con lo que respondía
cada vez que le contaban sus pilladas era, amarren a sus pollitas porque mis
pollitos andan sueltos, solo así hablaba, la madre de este pérfido para su
dicha tenía tres varones, ninguna pena de que le fracasaran y salieran
embarazadas, era tan desfachatada, que a ella no le importaba cuanta cipota
entrara en su casa, a todas las admitía sin pedir ninguna explicación, todas le
llevaban algún presente; y cuando llegaban, la vieja se fingía enferma y les pedía ayuda para que le hicieran el
oficio de la casa, para que le ayudaran a cocinar y a lavar la ropa sucia, ella
decía: las amigas de mis hijos me ayudan, eso si no las dejaba que le cobraran en
la tienda pero sí que despacharan, ella se sentaba a la par de un guacalito
donde tenía las fichas, y los billetes ella los andaba en un delantal que
siempre andaba puesto; las entatarataba con una gaseosa, y diciéndoles palabras
bonitas, y siendo muy amable con ellas, si alguien llegaba a su casa a
visitarla, la muy vieja presentaba a cada muchacha como si fueran la primera
dama de la nación, aunque los que estuvieran haciendo en ese momento fuera
lavar el servicio de su casa, era tan zalamera, y si que les sacaba lucro a la
belleza y pilladas de sus hijos, de todas las formas posibles; si alguna se le
salía de control, ella rápido la tranquilizaba y le decía que ella sabía que
era una muchacha intachable, pura y decente y que no le convenía que hiciera
espectáculos, que sino ningún hombre se iba a querer casar con ella, y que
tenia por entendido que su hijo, el que fuera no le había tocado ni uno solo de
sus cabellos, y que ella podía meter las manos al fuego por ellas, aunque ella
supiera las peores cosas, juraba y perjuraba que sus hijos a ninguna le habían
desgraciado la vida, y mucho menos en su casa, a sabiendas que su casa era un
corredor, y ella solo se hacia la dormida; les regalaba unos dos pesos y les
decía que tenían las puertas de su casa abiertas, y cerraba sus oídos a sus
malandanzas y a las desgracias que le hacían pasar a cuanta muchacha pudieran;
tenia además la suerte que su esposo siempre fue un hombre bueno y responsable,
muy trabajador, nada que ver con ninguno de sus supuestos hijos que no se
parecían en nada a él, no tenían ninguna cualidad, ni ningún parecido físico,
ni a él ni a ella, más bien se parecían al albañil, que les construyo su casa
el tercer año de casados y en ese tiempo no habían podido tener hijos, hasta el
siguiente año, que tuvo al parto helado de Nacho Sibirian, en fin al albañil a
saber porque pero si se parecían a el, hasta en un camanance que tenían bien
pronunciado en el mentón; el pobre esposo tenía cinco años de haberse ido a Los
Estado Unidos, necesitaba ganar más dinero, y porque la familia de él desde
hace años estaban allá, y a él desde hacía un poco tiempo se le había dado la
idea que quería tener residencia en el norte, él pensaba que las condiciones de
El Salvador, iban a empeorar y que hasta podía crecer los problemas y haber una
guerra, el quería que su familia estuviera segura, y también lo hacía porque
los partos helados que tenia, uno decía que quería ser profesor de sociales,
otro decía que quería ser arquitecto, y Nacho Sibirian decía que el amaba tanto
a su padre, que le era imposible aspirar tener una carrera, que él solo quería
ser el hijo querido de su papito para siempre, además estaba tan seguro que él
era tan chulo que cualquier mujer bien inteligente no lo iba a dejar de ir de
su lado y si alguien quería estar con él, lo tenía que mantener, porque él no
había nacido para el trabajo, y por eso el
padre de estos descerebrados se iba para obtener la residencia, siempre les mandaba dinero, casi todo el
dinero que ganaba les mandaba se quedaba con un poquito de dinero para medio
irla pasando, le enviaba a su esposa bastante dinero para ella y para sus
holgazanes hijos, en realidad el pobre hombre era estéril y nunca se había dado
cuenta, la mujer le había dado gato por liebre y como el pobre hombre, era bien
humilde, nunca se imagino que la larva de su mujer le hiciera esa jugada, la
gente más vieja de ese lugar si conocían la historia del famoso albañil, que de
repente cambio de domicilio, y que fue muy amigo de esta pareja y de cuando en
cuando llegaba a visitarlos a su casa; mas que todo cuando no se encontraba el
esposo de la referida señora, allí pasaba en la casa, jugaba mucho con los
niños, y en verdad se veía que cuando estaba cerca de ellos les tenia gran
afecto, y se quedaba haciéndole compañía a la señora cuando los niños se iban
para la escuela; la vieja adoraba a sus hijos, era una gran firma; era una grandísima zorra, en su juventud sí
que había dado batería, en todos los sentidos, fue mala hija, un ser tan
aprovechada como pocos, a sus hijos los amaba pero como ya sabía de quien eran
hijos, no tan fácil la engañaban, no les soltaba dinero porque ella sabía para
que lo ocupaban, solo para desperdiciarlo, y que cuando ellos despachaban en la
tienda un ratito solo metían la mano en el guacalito y le sacaban dinero y se
iban a vagar, al día le quitaban entre los tres un total de quince colones
diarios; y ella ya tenía el cálculo de cuanto se vendía al día y sabia cuanto
le faltaba porque anotaba cuanto vendía; y así era como el enamorado de la
madre de Joselito, le robaba a la mama unos cinco colones, y le regalaba
gaseosas y churros a la amiga de la futura mama de Joselito, a la tal Edelmira; el muy truhán, le mandaba poemas de Alfredo Espino, a la madre de
Joselito; y el muy mentiroso le decía que eran de él, este fue un indicio para
la muchacha pero no le dio mayor importancia, cuando en la escuela comenzó a
ver Idioma Nacional, tuvo que ver algunos poemas, y allí leyó los de Alfredo
espino; le mandaba cartas de amor, muchas de hasta cinco páginas, le había
hecho muchas promesas, le ofrecía un eterno amor donde él le iba a bajar la
luna y las estrellas para ella, cada vez que la muchacha iba a una de las
varias tiendas o al molino allí estaba
pendiente para ver si salía a la calle y le decía que si, y tal vez ese día se
le hacia el milagro; en la tienda donde más frecuentemente iba a comprar la
mama de Joselito y en el molino los periódicos locales de la Colonia tiraban
habladas enfrente de la muchacha que este fulano andaba cortejando a varias
muchachas y que ya le había desgraciado la vida a más de alguna, pero nunca lo
llamaban por el nombre sino solo por el apodo, al fin la muchacha entendió de
quien hablaban y le pregunto a el mismo que porque decían tales y cuales cosas,
él le decía, no, no es cierto, yo solo a usted la quiero y si es cierto que les
hablo a todas, pero cuando usted me haga caso a todas les voy a dejar de
hablar, por decepción de que usted no me hace caso les hablo a ellas; unos días
antes de la graduación de noveno grado la madre Joselito, iba como siempre
caminando hacia su casa, los rumores que el perverso tenía bastante tiempo
detrás de su pequeña hermana ya habían llegado a los oídos de la familia de la
muchacha, los hermanos de ella se fueron a traerla a la escuela y si se daban
cuenta que ella andaba de novia, tenían pensado darle una buena tunda, así fue
que dispusieron más de una semana para que les constara quien venía detrás de
ella, y al fin se fijaron que durante varios días ella caminaba adelante y que
el perverso venia unos pasos detrás de ella, un día le salen al encuentro, y
comienza el relajo, ¡bueno y vos que te has creído, le dijeron sus hermanos, ya
tenemos días de venirte a vigiar, y ya sabemos que andas con este pelafustanes,
fíjate bien, porque este no solo a vos te busca, anda buscando a quien
desgraciarle la vida, la muchacha negó y les dijo que ella no andaba con él, ni
con nadie, mírame a los ojos y júramelo le decía uno de sus hermanos, es cierto
le decía ella que te baste con que yo te lo estoy diciendo, su hermano la tomo
fuertemente del brazo y le dijo a como yo me dé cuenta que andas con este, soy
capaz de pegarte y quebrarte hasta los dientes, que a caso sos tan inocente que
no te has dado cuenta que este es un vago, mantenido, bueno para nada, solo te
va a desgraciar la vida y te va a dejar tirada, su otro hermano intervino, la
tomo de la oreja tan fuerte, ella comenzó a llorar, la soltó de la oreja y la
agarro del pelo, vino el pérfido y le dijo: hey, no disculpen, no sé que les
hayan dicho pero por favor suéltenla, yo ni siquiera le hablo, quiso jalarla y
ayudarle y la tomo del otro brazo, y para que se metió, los dos hermanos de la
muchacha se le fueron encima y comenzaron a golpearlo, por todas partes, y le
dieron hasta punta pies en el estomago, y ella les decían ya no le peguen yo ni
siquiera le hablo; a lo lejos venia el camión de la benemérita Guardia
nacional, por lo que a los gritos de la muchacha que allí venia la guardia lo
soltaron y comenzaron a correr y se metieron a una finca, corrían tan de prisa,
que de un dos por tres estaban en su casa; el pérfido tirado en el suelo y la
muchacha contemplándolo, uno de esos guardias era un sargento, buen amigo de la
madre del perverso, y cuando lo vio tirado le pregunto que le había pasado, por
lo que él les dijo que unos hombres le habían querido robar y que no sabía quiénes
eran, ellos le dijeron que a qué horas había sido eso, el les mintió y les dijo
que hacían veinte minutos, y que la muchacha lo conocía, acababa de llegar y lo
estaba ayudando; lo subieron al camión, y lo fueron a dejar hasta su casa, la
madre bien agradecida, dándoles gaseosas y pan dulce a todos los guardias, que
iban en el camión y le dio diez colones al sargento por gratitud. Así se echo a
la bolsa a la pobre muchacha, quien en su inocencia pensaba que Nacho Sibirian,
le había hecho un gran favor por no denunciar a sus hermanos. Pasaron varios
días y por no seguir en pleito, ni los hermanos, ni el perverso fueron a la
escuela; un día antes de salir de noveno, el perverso ya había estado pensando
la forma de robarle su pureza a la muchacha, y como todavía estaba un poco
amoratado, fue a visitar a la amiga de ella y le dijo, mira fíjate que quiero
ver a tu amiga, pero no puedo ir a la escuela, sí; le dijo ella, y no sé si me
pudieras ayudar, ya no me aguanto por verla, ella es el amor de mi vida, le
decía, la amiguita algo crédula, le propuso una brillante idea, mira fíjate que
vos sabes que mi mama trabaja, y mi abuela ha ido a pasar unos días a la casa
de un tío en Santa Ana, si queres mañana que va ser la despedida de la escuela
te podes reunir con ella aquí en la casa; el perverso le dijo, si pero fíjate
que yo quiero hablar muchas cosas con ella, ya no solo quiero saber lo que
piensa por cartas, si no tenes desconfianza, vienen ustedes y vos me dejas solo
con ella. El día de la despedida de noveno grado fue el día de la desdicha de
la pobre muchacha, todo lo planeado por él, y la ingenua amiga de la muchacha,
salió de película, la amiguita llego con el cuento a la pobre que de la golpiza
que le dieron sus hermanos al zángano, estaba grave, que al parecer de ella le
habían quebrado unas costillas y se le oía respirar como entre cortado, que a
saber si se podía morir, la exageración en alianza del romanticismo y la
ilusión de amiga, de poder ser la ayuda para que un verdadero amor imposible se
realizara hacia que la ingenua amiga hablara disparates, le dijo también que lo
veía bastante desesperado por ella, por lo que se despidieron rápido de sus
compañeros de escuela y se fueron para la casa de la amiga, ese día, el
perverso vio a la muchacha, le dijo la historia que la amaba, que quería formar
una sola familia en toda su vida y que él solo quería tener una familia y esa
familia la quería formar solo con ella, que quería tener varios niños con ella;
que no soportaba la idea de esperarla tanto tiempo, que se sentía que se moría
al estar lejos de ella, que ella sabía que si él, hubiera hablado a los
soldados sobre quiénes fueron los que lo golpearon, que los soldados por lo
menos se hubieran llevado presos a sus hermanos, que él un favor les había
hecho al quedarse callado, y que por buena persona no lo había hecho porque
ellos eran su familia, que el quería saber si así como el estaba dispuesto
hasta enfrentarse a sus hermanos por ella, ella estaba dispuesta a enfrentarse
a su familia, y a todo el mundo por él, y que si era cierto que se lo
demostrara, en ese mismo día, la muchacha le dijo, que sí, pero en realidad ella
no sabía a lo que el se refirió, ni idea tenia lo que él pretendía, a según
ella el quería que ese día ella le contara a su familia que lo quería y que les
pidiera permiso de andar de novios, imaginarse esto una mujer pedir permiso en
su casa para andar de novia de alguien, que hombre fuera el más cobarde de no
dar la cara por la mujer a quien dice que ama; su amiguita, había cerrado con
llave la puerta de la casa, según las instrucciones del perverso, y se había
ido a dar una vuelta con unos cinco colones que él, le había regalado, a ver se
decía una gaseosa, unos churros, y me voy a estar sentada esperando un buen
rato para que ellos hablen tranquilamente.
Lo demás fue historia, una sola
vez, un solo error, quizás más errores, creer las palabras de amor de un hombre
mentiroso, cobarde, que jamás se atrevió a ir a pedir permiso a la familia de
la muchacha, cobarde que solo quería aprovecharse de ella y por esa razón
necesitaba que esa relación fuera clandestina, y otro grave error dejarse
chantajear por este cobarde y el estar a
solas con ese desalmado; en realidad ella si lo amaba y no fue que ella se
entregara al malvado, cuando ella vio las actitudes de él comenzó a esquivarlo,
pero en realidad el la forzó, quiso gritar y no pudo, la vergüenza le cerró la
boca, aunque hubiera sido mejor que se hubiera olvidado de la vergüenza y que
gritara; y luego la culpo, y le dijo que él era hombre, que ella era la
culpable, que ella era la que se le insinuaba, que no la quería volver a ver en
mucho tiempo; era un grandísimo cobarde; y era el inicio del calvario de esta
pobre victima; antes de todos estos eventos todas las madres de familia
deseaban que esta digna muchacha fuera la esposa de alguno de sus hijos; cuando
la muchacha para su desgracia se dio cuenta que estaba embarazada, lucho y
lucho por verlo, y hablar con él, busco a su ingenua amiga, a quien el perverso
ya le envenenado la mente y le había dicho que la tal muchacha no era una mujer
decente, que se apartara de ella, de tanto rogarla la madre de Joselito a duras
penas logro convencer a su ex ingenua amiga; con una gran esperanza que el padre
de Joselito se iba a ser responsable y se iba a casar con ella como tantas
veces le había dicho, y le iba a cumplir tantas pero tantas promesas de amor; cuando
logro verlo le dio la noticia, el malvado lo primero que hizo fue decirle con
ira, seguridad y violencia: ese hijo no es mío, yo estoy seguro que no he sido
el primero en tu vida, hay ve vos como te las arreglas pero a mí no me vas a
echar esa cruz, ese es tu problema hay ve como te las arreglas; ella lo tomo de
los brazos y le suplico que le ayudara; a lo que le respondió, que lo que ella decía estaba seguro que no era cierto, que él no era el papa de su
hijo, que buscara al papa de su hijo para que le ayudara; ella le respondió que no sabía qué hacer, él
le repetía yo no sé con cuantos hombres te has revolcado en tu vida, se justa a
mi no me metas en tus problemas, yo estoy seguro que no fui el primero en tu
vida; con brusquedad y violencia se
aparto de ella, y allí se le cayó el mundo en pedazos a la pobre, no hallaba la
forma de como decirle a su familia que estaba embarazada; durante ese mes, la muchacha; se comenzó a
demacrar y su cuerpo a cambiar, la madre de ella; una mujer vieja, que por su
edad, era difícil de engañarla, al verla triste, soñolienta y algunas cosas más,
le dijo: vos estas rara, tenes los ojos bien claros, yo te veo rara; le dijo échame
el aliento, la muchacha se sorprendió y le hizo caso, la madre le dijo: voz
estas preñada, ella le decía no mama, no, estas preñada le decía, que me vas a
decir a mí que he parido cinco hijos, mama perdóneme, mama perdóneme le decía, ¿Quién
es el tata de ese bicho?, ella no quería decirle, hasta que al fin le dijo que
era Nacho Sibirian, y comenzó la paliza, ella le decía mama déjeme que le
explique cómo fueron las cosas, y la señora ya era incapaz de oír razones; en
eso iban entrando los hermanos varones de la muchacha, y al enterarse
comenzaron a gritar y a decirle, que se fuera de la casa, que fuera a buscar al
papa de la criatura, y que ya sabían quién era, que ella era la culpable porque
ellos ya se lo habían advertido, y que la mantuviera ese vago, le sacaron sus
dos mudadas de ropa y las aventaron a la calle, la muchacha les dijo que él no quería
hacerse cargo de ella, que la perdonaran, se hizo el gran relajo en su casa, de
tantos golpes cayó al suelo y comenzó a revolcarse de dolor, en ese mismo
momento la dejaron, desgreñada, amoratada, con su moral y sus sentimientos de
muchacha destruidos, casi echando sangre por la boca, pues de los golpes casi
le botan un par de dientes, el espectáculo hizo que salieran los periódicos
locales de la colonia, al día siguiente era noticia publica que la muchacha
estaba embarazada y quien era el padre. El perverso al escuchar el chisme se
encargo de difamarla y desprestigiarla a la pobre muchacha, lo único que dejaba
entre dicho era que él, no era el papa de la criatura de la pobre muchacha, y
decía que era cierto que había estado con él, que ella se le había
ofrecido, pero que la muchacha no era
doncella cuando estuvo con él, y que él fuera el padre de la criatura que
estaba por nacer eso lo negaba rotundamente, a capa y espada, y que por eso no
se hacía responsable de ella; en ese día
ella había perdido todo, a su familia, el supuesto amor del padre de su hijo,
su dignidad de mujer, su buena reputación, la única amiga quien por su
ingenuidad para lo único que le había servido era para ayudarle al malvado a
desgraciarle la vida, y no tenía a donde ir, no tenía la confianza para
contarle a su mama que había sido forzada, no podía contar con sus irracionales
hermanos mayores, no tenía nada, y habían tantas mujeres que la envidiaban, por
su belleza, y por su nobleza, porque no
importaba si se vestía con harapos, su belleza no solo era del cuerpo, era una
belleza interna del alma, y esta ultima pronto iba a desaparecer.
Muchos eran los
enemigos del perverso, aun a los hombres que eran tremendos les caía mal,
porque ninguno tenía comparación para desgraciarle la vida a tanta mujer y vivir
tan tranquilo como lo hacia él, este sí, sus métodos eran de lo más bajo,
dentro de esos hombres había uno que le decían de sobrenombre el monstruo, daba
la casualidad que era uno de los enemigos a morir del papa de Joselito; comenzó a enamorar a la
muchacha, este ultimo por chismes de los periódicos locales de la colonia se
había enterado que la pobre muchacha su familia la había echado a la calle, que
tenia condición de irse de la casa al nacer la criatura y que estaba pasando
hambre, y muchas necesidades, vino y le empezó a mandar recados con una vieja
celestina la tal doña Chonita, y ciertos pequeños obsequios a la muchacha, y
unos veinticinco colones para que se ayudara en sus necesidades, de los cuales
la tal niña Chonita le sacaba le quitaba diez y le daba quince cada quince días; la tal niña Chonita, le vendía cerveza a un
puño de bolos, eso sí, no eran cualquier clase de bolos, de donde sacaban
pisto, eso a saber; pero no eran ningunos bolos acabados, y a bolos arrastrados
no llegaban, la tal niña Chonita le había ofrecido muchas veces trabajo de
mesera a la muchacha en su tienda, con ciertos fines, “pa que le atrajera la
clientela según ella”, pero como la muchacha en realidad era bien decente no quiso,
prefirió andar buscando quien le diera ropa a lavar, y hacer oficio para que le
dieran un bocado de pan; les pidió a sus
hermanos ayuda para que le dieran maíz fiado para vender tortillas, ellos le
dijeron que no, que no tenía como pagarles y que con cuerpo no le podían
cobrar; nadie le permitió una oportunidad para que tuviera una vida diferente; algunas mujeres envidiosas por miedo a que los
maridos se fijaran en la pobre muchacha le cerraban las puertas de trabajo, en
vez de ayudarla se la pasaban chismeando de la desgracia de ella, y
calumniándola a tal grado que a la muchacha le habían creado la mala fama que
“andaba como macho sin freno y que salve su hogar quien pueda”, cosa que no era
cierto, lo que las muy insensatas provocaban era que sus maridos si se fijaran
en la muchacha, y claro que al ver semejante chulada de mujer quien no se iba a
fijar en ella, solo que las calumnias habían manchado tanto su reputación y
dignidad de mujer que si se fijaban en ella;
pero ya con otras intensiones y no falto mas de alguno que la quisiera
invitar a dar algún paseo con ellos, y la muchacha siempre respondía con un no gracias, como respuesta y
muy seria; el monstruo había oído todos esos rumores de mujeres entremetidas,
chismosas y muy envidiosas, pero sabía que eso no era cierto, le sentía a la
muchacha cierta lastima, pero eso no le quitaba sus malas intensiones; pues quería que fuera su amante, y para lograrlo se
alió cada vez más con la vieja zorra de doña Chonita, el trato era que él iba a
llevarle nueva clientela y selecta como él le llamaba, eran bolos que si
gastaban en vicio, y la tal niña Chonita se encargaba de engatusarle a la pobre
muchacha, dicho y hecho, vino el monstruo y le envió a la muchacha algunas cositas
buenas para comer, un su perfumito de siete machos para mujer, un desodorante,
un champú, y comenzaron los mensajitos, las cartitas de amor y las invitaciones
que las hacía llegar por medio de interposita persona, la tal niña Chonita, que
lo que ganaba era que el monstruo pensándola su aliada le cumplía su promesa,
le gastaba mas en cervezas y le llevaba al negocio de la vieja celestina nueva
clientela, la vieja celestina le había dicho a la muchacha que un caballero
quería conocerla, que el hombre se había separado de la mujer que tenia, que
era soltero, que la mujer con la que él se había juntado era una gran bruja,
que a ella constaba todo como había sido el asunto, que la mala mujer le había
sido infiel, al pobre hombre, tan bueno, tan decente y tan trabajador, y que ya
no estaban juntos desde hace bastante tiempo; que él se había fijado en ella y
tenía buenas intensiones solo la quería conocer, ver si funcionaban las cosas y
que el monstruo decía que si funcionaban podía ir a pedir su mano a su mama y a
sus hermanos para casarse con ella y que él iba a reconocer como su hijo al
niño que esperaba, que se la iba a llevar a vivir a su casa, y que era cierto
que el hombre era feo, pero que de lo feo no se comía, pero que este hombre le
había jurado y perjurado que la iba a tratar bien, y la iba hacer respetar
casándose con ella. Después de una gran gritada que le dieron a la pobre
muchacha en la casa, de darle empujones cada vez que se les ocurría a sus
hermanos por haber dañado el honor de su familia, y de varios jalones de pelo y
de recordarle que se tenía que ir de la casa, y de pasar varios días comiendo
menos de lo que antes comía, con anemia y lo peor en una necesidad de afecto y
de apoyo tan grande, y ante la desesperación de no hallar trabajo y de no saber
que iba ser de ella y de la criatura antes y después del parto, al fin se le
hizo al monstruo, salieron juntos con la muchacha, se la llevo en su carro, le
abrió la puerta del carro; la llevo a comer por primera vez un pescado, solo
para ella a la orilla del mar, ella nunca había visto el mar, que bonito un
gran poco de agua junta, y salada, se decía; ella estaba tan impresionada, tanta belleza y
tanta inmensidad, jamás había entrado en una piscina, tantas cosas que para
ella habían sido jamás, ahora existían; el monstruo se daba mucha cuenta que la
muchacha era chula y decente, tranquila muy amable y muy dulce, al paso de los
días la convenció de andar con él, y ella al ver que era el único hombre que la
apoyaba, que no se avergonzaba de ella, según ella, que no creía en los chismes
que otros decían de ella, se convirtió sin quererlo en su amante, si,
fue su amante con su voluntad, aunque ignoraba cierta verdad, ya que el
monstruo jamás le dijo que estaba casado, a ella le dibujaba un panorama que
cuando naciera su hijo se iban a casar y que se iban a vivir juntos; pobre
muchacha, inocentemente creyó en tantas promesas y todas eran puras mentiras, y
como su vida había sido tan amarga, en medio de la maldad de este monstruo se
confundió y pensó que al fin le sonreiría el destino y la trataría dulcemente;
el monstruo la comenzó a llevar a un salón de belleza y la dejaron como modelo
de televisión, le compro ropita nueva, zapatitos para presentarla con sus
amigos de parranda, le daba a ella buena comida cada vez que salía con él, un
poquito de pisto, así es que lo horrible de ese monstruo, ella lo miraba cada
vez menos, comenzó a darle unos cuantos
tragos de cerveza y lo malo de esto es que a la muchacha le comenzó a gustar el
guaro, pobre es cierto comenzó a
disfrutar de todas las cosas que siempre se le habían negado. Los regalitos y
la comida le duraron muy poco tiempo; un día se le presento una mujer bien
enojada que quería barrer el piso con ella, era la esposa del monstruo, y hasta
allí llegaron cinco meses y medio de buena comida, de paseos los fines de
semana, y de tantas cosas, ya que al monstruo, lo castigo su esposa; pues el
dinero que invertía el monstruo en la madre de Joselito, la esposa del monstruo
lo ganaba con gran esfuerzo, pues era comerciante mayorista de pescado del
famoso mercado la tiendona, tenía sus
fichas, ya que a las tres de la madrugada ya estaba en pie trabajando duro en
el mercado, recibiendo mercadería y vendiendo hasta las dos de la tarde todos
los días, este trabajo lo había hecho por muchos años; estaba llena de
cansancio, oliendo todos los días a pescado, con sueño, con hambre a veces y
con una gran gastritis y colitis, ya que por la falta de tiempo no se
alimentaba a las horas que debía, y desconfiando en todo momento de su marido,
a quien después de cacharlo en sus andanzas y agarrarlo de las greñas, le dio
un ultimátum, o el pisto y yo; o la muchacha, decídete Chamba, pero decídete
ya; el monstruo ya sabía que si elegía a
la muchacha, perdía demasiado, quien lo iba a mantener, su esposa le daba
dinero, buena comida, lo dejaba que anduviera con sus amigos con tal que él no
se sintiera asfixiado, el no trabajaba, se desvelaba porque él quería, se
levantaba a las once de la mañana y en la tarde se iba con sus amigos a
molestar y en estos meses a buscar a la madre de Joselito; él no estaba
acostumbrado al trabajo, ni a ninguna clase de esfuerzo, y tenía que aprovechar
la extraña obsesión de su esposa por él, ya que
para ella, él era el hombre más chulo del mundo, sí; en realidad ella era la única mujer que lo veía con ojos
de amor, lo valoraba tanto que lo había ayudado a echarse a perder, y sin
embargo lo amaba, a él, por el mismo, ella sabía que el monstruo no
tenía belleza, ni ningún talento, ningún
ingenio para los negocios, el solo sabia comer, dormir y andar parrandeando y
fijarse a que mujer engañar, el no tenía ni donde caerse muerto, lástima que el
monstruo no estimara el profundo amor que su esposa tanto le demostraba. Es
cierto que el monstruo no tenia belleza pero viveza, eso sí tenía, y sabia que
en el mismo momento que su esposa lo cacho engañándola y que le diera semejante
ultimátum, tenía que tomar esa gran decisión o lo perdía todo, en cinco
segundos estaba decidido a conseguir el perdón de su esposa a como diera lugar,
las cosas no podía dejarlas así, o perdía todo; y la familia de la muchacha no
le iba a dar posada, y lo peor le iba tocar trabajar, él sabía que no contaba
con la familia de Joselito, y era cierto, el monstruo era bien feo pero no tenía
ni un pelo de tonto, con que ya se quieren deshacer de la muchacha, se decía
así mismo; otra boca mas no la van aceptar, definitivamente no había chance, ni
sus amigos le iban a echar una mano eran tan mantenidos y aprovechados como él,
estos pasaban viendo a que mujer le quitaban el dinero para dárselo ellos a
quienes ellos querían apantallar; de rodillas con lagrimas en sus ojos y un
gran dolor y nudo en la garganta porque ya se había encariñado bastante de la
muchacha; se decidió por pedirle perdón a su esposa y quedarse con ella; y le
hizo creer que esa pobre muchacha lo sedujo con sus grandes ardides, y que él
no quería nada con ella, pero como le había insistido tanto el ya no pudo más,
y cayó en la tentación, que él era hombre, pero cayo aunque quería que supiera
que él se había hecho el difícil, si quería hacerle entender a su esposa que
las cosas él no se las había puesto tan fáciles a esa mala mujer, lloraba tanto
que los ojos se le hincharon casi le iban a reventar, parecía que se le iban a
salir, casi daba gritos suplicándole el perdón a su esposa, y a propósito
dejaba de respirar y constipado de la nariz, de verdad casi le da un soponcio,
y como todo el asunto ocurrió frente al negocio de la tal niña Chonita ella fue
testigo contra la pobre muchacha suplicándole a la esposa del monstruo y
jurándole que la malvada y pérfida había sido la pobre muchacha y no su
abnegado, fiel y decente esposo, la vieja ya temía perder a tan buen cliente,
hasta estuvo lista para pedir que alguien le llevara un bote de siete espíritus
para el soponcio del monstruo; y tal fue la función que el monstruo hizo ante
su esposa, mas el testimonio de la tal Doña Chonita que la esposa le creyó, lo
perdono, y se fueron juntos abrazándose y besándose, el monstro con los ojos bien
hinchados de tanto llorar, sollozaba, la ira de su esposa se aplaco, y bien reconciliados, se fueron dejando a la
víctima como la total responsable de la infidelidad del monstruo, la muchacha
solo vio toda la escena, no dijo ni una palabra, una mirada le hizo a la tal niña
Chonita, se dio la vuelta y se marcho.
Dos veces
defraudada la pobre muchacha se dio cuenta de cómo era la vida, que triste
despertar, lloro como una niña de cinco años, y se tomaba el estomago, la tal
niña Chonita, sin remordimiento se dedico a difamar a la pobre muchacha y a
decir que ella andaba persiguiendo a un hombre casado, que el hombre no quería,
pero que ella era la culpable, mucha gente sabía que esto era mentira, mas
varias mujeres que le tenían envidia decían que esto era cierto, que a ellas también
les constaba el dicho de la tal niña Chonita; la muchacha se cayó, se la lavo
la cara y saludaba a la tal niña Chonita como si nada le había hecho, y agarro
tal coraje que caminaba en la calle con la frente en alto, sin hacer caso de
los cuchicheos que las demás mujeres supuestamente decentes hacían cuando ella
pasaba, se decidió a ya no escuchar lo bueno, lo malo y lo feo que dijeran de
ella; le crearon una coraza en su corazón y juro que era la última vez que
lloraba por esos motivos y así lo hizo. Nunca más voy a llorar porque me
calumnien, porque me menosprecien, ni porque me humillen, nunca más se decía.
La madre de
Joselito, jamás se había peleado con nadie, pero una mujer casada, que le tenía
tanta envidia a la pobre muchacha, hablando con la tal niña Chonita, quien
siempre daba los por menores a viva voz, de la vida, obra y milagro de la pobre
muchacha y su fallida relación con el monstruo, y acreditándole a la pobre más
de una relación fallida, comenzaron a tirarle indirectas a la pobre muchacha,
la mujer casada muy digna dijo: Y no parece, la muy mosca muerta, yo por eso
siempre salgo a la calle con mi marido, ya varias veces la veo que trata de
seducir a mi marido con los ojos y hasta camina diferente cuando lo mira, allí
ni la panza le molesta para caminar; la mirada me baja la muy descarada cuando
me ve a los ojos, con mi marido que no se meta porque a mí no me interesa que
este preñada, del pelo la voy agarrar y la voy arrastrar hasta tirarla al
puente; y con la misma la seguía con la mirada, y cuando paso frente a ella, le
dijo, con vos es, dame la cara, no te hagas la desentendida, si te llego a ver
volteando a ver a mi marido arrastrada te voy hacer, semejante cualquiera; la
muchacha sabia que a ella se estaban refiriendo, no dijo nada, y siguió la
mujer casada, a ver cómo le va con su hijo el bastardo”, eso fue la gota que
derramo el vaso, la madre de Joselito tenía seis meses y medio de
embarazo, se paro y le dijo como decís,
y la mujer le replico a ver cómo vas hacer con tu hijo el bastardo, la madre de
Joselito sintió de golpe, patada y porrazo todo el dolor, la furia, la
indignación que durante todo ese tiempo había sentido y lo había reprimido; le hirvió
la sangre, y le corrió a mil por uno; levanto la cabeza y mirándola
fijamente, le dijo conmigo te podes
meter, pero con mi hijo, ni vos ni nadie se va a meter, y empezó el pleito, la
mujer digna casada se le abalanzo encima a la muchacha, sin ningún reparo que
estuviera embarazada, quería golpearla porque la belleza y la dulzura de la
muchacha la hacían sentirse amenazada; la muchacha estuvo lista para agarrarla
de las manos, y comenzar a golpearla con todo, le dio una tunda tan grande a la
mujer casada, que la dejo comiendo por boca y manos ajenas, y después de
golpearla comenzó arrastrarla del pelo
por toda la calle, quería tirarla al puente en vista que ella misma le había
dado la idea; la tal niña Chonita,
comenzó a gritar pidiendo auxilio, “Hay decía, la está matando la va a matar,
auxilio, auxilio ayuda, las chismosas de la Colonia, comenzaron a salir para
poner al día las noticias locales en la colonia, y si les dio miedo la pobre
muchacha y fueron a llamar a la abuelita
de Joselito, quien salió corriendo en la medida que podía, y ella fue la única
que le quito de las manos a la digna mujer casada, que de digna no tenía nada,
suerte había tenido que alguien estuviera tan ciego y se casara con ella, no tenía
ni belleza física, mucho menos belleza interior, porque tenía un corazón tan turbio y tan
podrido, que estaba más limpio el actual rio acellhuate, era capaz de ensuciar
a un inocente y a su pobre madre en cosas que jamás habían sucedido, la
muchacha en su gran furia queria aventarla por el puente y matarla a la digna
mujer casada, la abuelita de Joselito, le comenzó a gritar:” hija soltala, soltala”
repetidamente; la muchacha no la soltaba, hasta que la abuelita y el marido de
la digna mujer casada la agarraron de los brazos y la muchacha llena de pelos y
pellejos las manos y las uñas la soltó, algo dentro de la madre de Joselito se
libero, su ira, la impotencia de no poder defenderse y una fuerza desconocida
que ella no sabía que tenía salió a la luz; dejo de ser humilde, se sintió tan
mal, pero tan diferente, sintió la fuerza de poder defenderse. Si la abuelita
no se hubiera metido capaz la mata. Desde ese día la abuela nunca más volvió a
humillar a su hija, y comprendió que le había hecho tanto daño a su hija como
esas personas que la habían difamado, que ella misma la había tratado como una
prostituta cuando su hija simplemente fue una víctima de un mal hombre y de
ellos como familia por no haber estimado a la pobre muchacha, que había buscado
amor en la persona menos indicada, desde ese momento la abuelita, decidió
callarse ante lo que hiciera su hija, en la mente de la abuelita aparecían las
imágenes de todas las cosas que aun teniendo ella, le negaba a su hija, las
veces que la pobre muchacha siendo una niña se le había acercado a buscar de
ella una caricia, un abrazo, un beso o una palabra de afirmación y de su boca
solo salían maldiciones para su hija, rechazo, indiferencia, se recordó de los
crueles castigos a los cuales infinidad de veces la había sometido y sin razón
alguna, y la muchacha jamás le había renegado y nunca había metido las manos
para defenderse, nunca le había preguntado a su hija que sentía, las
sugerencias como madre eran, levántate anda jala agua, deja la holgazanería,
hace la comida y anda déjale de comer a tus hermanos a la milpa, apúrate, deja
de estar perdiendo el tiempo, y si iba al mercado le decía: cuando se seque esta escupida quiero que
estés ya en la casa, o le decía anda al molino, sino sirve el molino mole en la
piedra, y a la misma hora tienen que estar el rimero de tortillas y la comida
para los comensales, sino le decía ve como haces, ese es tu problema, ya
dejaste de moler y hacer tortillas anda jala unas cantaradas de agua, que no
hay, y solo eran reproches y todos por igual, para la abuela así fue su
crianza, por eso pensaba que eso estaba bien para su hija, sin acordarse de que
los tiempos cambian y que todos los seres humanos somos distintos; se recordó
que el día de la despedida de noveno su hija llego muy triste, le quiso decir
algo, pero ella le reprimió, porque estaba atrasada para hacer la cena, y como
la vio triste ese día la golpeó por haragana; y la muchacha había pasado
llorando mucho tiempo, y ella le dijo que se dejara de tonteras, que no tenía
nada porque llorar; y por primera vez los instintos maternales para la muchacha
se le despertaron y lloro amargamente, no podía borrar de su mente la mirada
llena de ira y indignación y de determinación que tenía su hija cuando golpeaba
a la digna mujer casada, que de digna no tenía nada; y cuando llego sin decir
una sola palabra contra su hija solo le puso la mano en su hombro, sin ningún
reproche ella sabía que todo lo que su hija había padecido todos tenían una
parte de culpa hasta la muchacha, y decidió dejarla que ella tomara decisiones,
buenas o malas, que las tomara, no era que las aceptara, simplemente no la iba
a tratar a su hija como la prostituta que decían los demás que era, y que no
era, y aunque fuera, para ella siempre seria su hija, que lastima, que tarde
había reaccionado, a los diecisiete años de edad de su hija.
Las necesidades
persistían y el irresponsable del papa de Joselito mujereando no aparecía, en
ese tiempo no existía ninguna Procuraduría, para obligar al perverso, después de todo era un
gran pillo que para evadir su responsabilidad decidió irse para el norte, si
tuvo un poco de miedo, él sabía que había forzado a la madre de Joselito, y que
se supiera el asunto pero sin duda alguna para ese tiempo hubieran ido muchas
testigos en contra de la pobre muchacha para calumniarla y decir que ella se
busco todo el daño que el perverso le había causado; el fulano sabia, que ese
embarazo era no deseado por la muchacha, y que ella solo había sido su víctima
porque su familia nunca la habían apoyado en nada y ella no tenía la suficiente
confianza para decirles lo que había pasado, y que él se había encargado de
hacer sentir a su pobre victima como la responsable de su misma tragedia.
Al fin después
de dos aventuras ninguna bien plantada los amigos del monstruo la invitaron a
salir y ella acepto, la muchacha ya había aprendido a tomar un par de tragos
antes de hacer todo lo que realmente aborrecía, si aborrecía porque ella era
incapaz de disfrutar lo que en su mente fue su desgracia, pero aprendió a
sacarles un poco de pisto a los hombres, a manipularlos un poquito, ya que ellos
siempre eran más vivos que ella, difícilmente tomada ella decía que no, y bien
tomada, de varias cosas no se acordaba, a parte que ahora ya tenía un pistillo
para el día que naciera su hijo. En este tiempo ya había comprendido el asunto
lo de la pérdida de su pureza jamás fue su culpa, excepto el creer en las
mentiras de un hombre sin principios y el haberse encontrado a solas con el
perverso, ya tenía más conciencia de cómo eran las cosas.
Era extraño, a
pesar de su gran necesidad jamás pensó en abortar a Joselito, o en presionarse
tanto el estomago para ocultarlo, era lo
único que realmente era de ella, un pedacito de su ser, que va ser mío y solo mío
se decía, a veces deseaba que ya hubiera nacido, que ese niño le tocara con sus
manitas su rostro y la abrazara y le dijera mama te quiero, un amor verdadero
se decía ella, nadie la había contemplado y la había hecho sentir amor
verdadero, amor puro, amor bueno; se hacía puñito en su vieja cama de lona, y
trataba de abrazarse el estomago, aunque no podía, siempre le decía hijo si tu
papa no te quiere yo si te quiero, y siempre te voy a querer, y primero Dios,
te voy a sacar adelante.
Si al menos el
ingrato del papa de Joselito hubiera sido responsable… ahora era tarde, el niño
nació y no fue nada fácil el parto, ella sentía que se partía en dos, fue un
parto de sangre; ella sentía que la vida se le iba y luego del trabajo de parto
nació un niño tan lindo, con su piel blanquita y rosadita, con unos lindos
ojitos entre verdes y grises, que parecía gatito, y en ese momento tan
especial, el dolor que había sentido parecía haberse desvanecido, lloraba tanto
pero de felicidad, y aun sin haberle quitado la sangre su madre por primera vez
lo cargo entre sus brazos, lo beso y lo abrazo, co tanta felicidad que por
breves momentos se olvido de todas sus penas, al fin sintió alguien que le
pertenecía, que iba a luchar con uñas y dientes para que tuviera una vida
diferente a la de ella, aunque el camino por donde ella iba; solo le causaba la
destrucción que la mayoría de gente que conocía le habían deseado.
En esa colonia
había una viejita, que era muy sabia, era una cristiana evangélica, en su boca
siempre habían palabras de misericordia; ella intuía como habían sido las
cosas, un día al ver a la pobre muchacha cabizbaja, y con los ojos llorosos, le
dijo hija veni, te voy decir una cosa, yo creo que Dios, te va ayudar, acércate
a Dios, arrepentite de todos tus pecados con todo tu corazón; no te vengues de
nadie, deja que Dios, te haga justicia, mis padres siempre me decían: “mientras
la mentira recorre todo un camino, la verdad llega en un solo momento”, no te
preocupes, Dios no te va a dejar morirte de hambre, ni a vos ni a tu hijo y
mira el hijo que en el embarazo mas te hace sufrir es el que más te hace gozar,
que no se te olvide y también, que para mi seguís siendo la muchacha mas buena,
humilde y pura de este lugar, y un día
quizás yo no le vea, pero esta criatura que vas a tener te va a traer una gran
bendición, y te vas acordar de mi, Dios te va a dar un hombre que te ame y te
respete, y te cuide, hay vas a ver, yo voy a orar siempre por vos.
Esas palabras la
llenaron de esperanza, que lastima que no hubieran tantas personas como esa
anciana en ese lugar.
Por pura
curiosidad y por los rumores de los periódicos locales de la colonia, apareció el padre de Joselito, con un simple:
discúlpame que no te ayude, pero es que no estaba seguro que el niño fuera mío,
el muy sínico le decía semejante insulto a pesar de saber que esa pobre
muchacha el fue su primera experiencia, le dijo pasado mañana me voy para el
norte y hay te voy ayudar a criarlo, los primeros meses quizás no, porque no sé
si halle trabajo, ella solo lo vio y no le respondió ninguna palabra; dicho y
hecho, se fue, dos besos fueron los únicos que le dio al niño, el primero
cuando lo vio y lo cargo por primera vez entre sus brazos, todavía incrédulo
que él fuera el padre, y el segundo cuando se marcho; pasaron los años y no le
ayudo, la madre de Joselito se fue a un trabajo que le habían conseguido en
Belice un enamorado de ella, que le había prometido el cielo y las estrellas,
ella ya no creía que para ella existieran ni cielo, ni estrellas; ella no creía
que ningún hombre le pudiera dar el cielo y las estrellas, y quien podría
creerlo después de que tantos hombres solo le habían usado y dado punta pies;
ella ya era incapaz de creer en la bondad de ningún hombre, pero sentía que por
el bien de Joselito tenia que luchar, siempre que llegaba a la casa le llevaba
algo, un carrito, siempre comida, algo, aunque por una extraña razón lo que mas
amaba Joselito era estar con su mama, a el no le interesaban mucho las cosas ni
caras ni bonitas, pero abrazar y besar a su mama, eso si le agradaba, en la
sencillez de vida del pequeño niño, solo con ver las nubes se imagina que eran
figuras de animales, y pensar que allá arriba en los cielos había un ser
supremo llamado Dios, y que era bueno, lo alegraba tanto, a Joselito quedarse
dormido junto a su amada mama y sentir sus abrazos eso si le parecía lo más
agradable en el mundo; para Joselito su mama no solo era la mujer más bella del
mundo con o sin maquillaje, era la más buena, la más pura de las mujeres, él
conocía la bondad de su mama, a él, le parecía que ella era un ángel.
A los cuatro años de edad de Joselito, su
mama, por buscarle un mejor porvenir lo dejo viviendo con la abuelita, en la
mente de la muchacha lo material comenzó a pesar mucho, tomo la decisión de
irse a Belice; ese día tan gris, su mama le explico a Joselito que iba a
dejarlo con la abuelita, que iba a un lugar muy lejos a trabajar, para
comprarle zapatos, comida, ropa y juguetes que nunca se iba a olvidar de el, y
que él era, el regalo de Dios para ella, que era lo mejor que tenía en su vida
y que si Dios se lo permitía, ella iba a volver por él; el niño le pregunto que
si en la noche iba a regresar, ella le dijo que no, Joselito comenzó a llorar,
su pequeño corazoncito se rompía en muchos pedacitos, cuando se despidió de su
mama, se dieron una abrazo tan fuerte y tan largo que parecía no terminar, el
no quería que ella se fuera, pero sus pequeños pensamientos y sus lagrimas
fueron interrumpidas cuando sintió que una gotas de agua le cain sobre su
frente, eran las lagrimas de su mama, que tenían muchos años de no aparecer, le
dio un beso con todo su amor, se soltaron y la abuelita tuvo que sostener al
pequeño niño, que le gritaba no te vayas mama, si yo te quiero, no quiero
comida, no quiero zapatos ni ropa, ni juguetes, yo solo te quiero a vos, fue
dura la despedida, la abuela también lloraba, el niño comenzó a ver a su mama
caminar tan rápido que comenzó a correr, ella llevaba su corazón fragmentado en
muchas partes, pero por su reputación ya no podía conseguir un trabajo decente
y tuvo que marcharse, pues su hijo crecía y no quería que cambiara de opinión
con respecto a ella, y el pequeño niño la vio perderse entre esa larga calle,
el solo deseaba que ella se regresara y que no se fuera, Joselito no comprendía
porque si él era lo más importante para su mama, ahora ella se iba y lo dejaba
solo con su abuelita, paso tres días llorando por su mama, sin hambre, la
abuelita se preocupaba pero tenía que ser fuerte, ella que nunca lloraba,
cuando el niño se dormía, le salían de los ojos unas cuantas gotas de agua,
eran pocas tenia tantos años de no llorar, pero al ver el dolor de ese pobre
inocente, se sentía impotente, y sentía que no podía hacer otra cosa más que
llorar.
La abuelita de
Joselito desde el día que lo vio, lo amo, tuvo un gran presentimiento y dejo de
culparlo y renegar por haberle desgraciado según ella la vida a su hija menor.
El trabajo de la
mama en Belice, no fue tan diferente al camino que ella tuvo que tomar el día
que todos le dieron la espalda, solo que ahora era mucho más fría y era calculadora,
esperaba en realidad una oportunidad, ella decía, Dios, dame solo una
oportunidad para cambiar de vida, solo dame una oportunidad para cambiar de
vida, quiero estar con mi hijo, y tener una familia, Señor escúchame te lo
suplico, en un bar y restaurante donde ella trabajaba, conoció a un hombre de
buen parecer, era extraño este hombre no tomaba licor, no tenia vicios, era
buena persona, que sin que ni para que comenzó hablar con ella y al poco tiempo
comenzó a querer tener algo en serio con ella; lo que él le dijo y fue sincero
“ si un día llegas a tener algo conmigo, a mi no me importaría tu pasado, eso sí
quiero que ese pasado; se quede en el pasado”, por lo que le ayudo a buscar un
empleo diferente, ese trabajo la dignificaba no ganaba tanto como en el bar,
pero era suficiente para sostenerse y enviarle dinero a su hijo y a su mama, y ahora
ella sentía que se comenzaba a dignificar de nuevo; la abuela de este hombre también había sido
una mujer de muy mala reputación, pero él no conocía ninguna persona con mejor
calidad humana que su abuela, después de conocer a Dios, comenzó a cambiar el
rumbo de su vida; su abuela se caso con un buen hombre con su abuelo y este
hombre la ayudo, se convirtió en un apoyo, también, un regalo de Dios, que la
amo, la acepto y la ayudo a crecer emocionalmente; el enamorado de la madre de
Joselito no era que quisiera repetir la historia, el no conocía de Dios; ni
ella, ni aquel hombre entendían el porqué de las cosas, comenzaron a salir, y
sin ella planearlo salió embarazada por segunda vez, el padre de este niño la
amaba, pero interiormente sentía celos de un pequeño niño que vivía en El
Salvador, del pobre Joselito, no le caía muy en gracia el lazo tan fuerte entre
su amada y el niño.
Pero, el si
acepto que la mujer estaba embarazada de el, y por primera vez ella tuvo un
novio en extrañas circunstancias, le regalaba rosas color rojo, la tomaba de la mano, caminaban un poco, la
presento ante su familia y ellos la aceptaron, era extraño, ella para el no
solo era un cuerpo, ella era un ser humano, ella era una mujer con emociones,
opiniones fuertes y sentimientos demasiado fuertes que involucraban un gran
amor a un pequeño niño llamado Joselito.
Cuatro años mas
pasaron cuando la mama de Joselito apareció, en la puerta de la casa, con una
nueva sorpresa, con un nuevo embarazo, cuando la vio Joselito, le dijo la
abuelita: Joselito ella es tu mama hijo, ¡que no te acordas! ¡mi mama¡
respondió el pequeño, si dijo la abuela, mi mama se decía Joselito, después de
verla fijamente por un breve momento se abalanzo sobre ella, y casi se caen,
las lagrimas salian de los ojos de ambos a cantaradas, y sus recuerdos de estar
en los brazos de su mama volvían, en ese momento Joselito deseaba que fuera
eterno y que no pasara, cuanto la había extrañado, pasaron varios minutos y con
sus ojitos llenos de lagrimas que se le habían hecho como cafés claros, el la
veía fascinado y un poco preocupado, el niño al observarla bien le pregunto que
si estaba enferma porque a causa del embarazo el estomago de su mama era tan
enorme, y ella estaba tan delgada que a el le parecía que estaba enferma, y
ella solo sonrió, lo abrazo, y le dijo,
no hijo este es tu hermanito, Joselito no le entendió, pero al decirle que no
estaba enferma y ya que su madre jamás le había mentido se tranquilizo y su
alegría se hizo completa, la abrazo, algo extraño parecía ocurrir en el corazón
de Joselito, no importaba el tiempo que ella se había ido, solo con saber que
su mama había vuelto, que le había cumplido las palabras que iba a regresar por
el y que había vuelto por el, parecía
que le habian devuelto a la vida al niño Joselito, que reia y lloraba de una gran felicidad.
El tal Joselito,
era un niño chulísimo y dulce, bastante ingenuo, travieso durante su
crecimiento y en ausencia de su madre, en su forma de vivir le encantaba andar
agarrando sapos en el invierno, cosas como andar corriendo debajo de la lluvia,
llenándose de barro los pies, habían pasado cuatro años viviendo solo con su
abuelita, y su querido perro Canelo, a sus seis años su abuelita lo inscribió
al primer grado, y casi todos los días al llegar a la casa ella le daba una
chenga con unos frijoles salcochados encima y un pedacito de queso fresco, eso
era la comida favorita de Joselito, que felicidad, un poco de café, para los
dos, y el canelo se conformaba con comer tortilla sola, dos días de la madre
hubieron en la escuela en donde su abuelita se presentaba como la segunda madre
de Joselito, el hacia dos recuerdos en cada año uno para su mama y otro para su
abuelita, lo malo fueron esos dos días del padre, nunca llego en su
representación ningún padre, entonces el decidió que iba hacer los recuerdos
solo para su Padre Dios, su abuelita le había dicho que Dios era el Padre de
todos; y así lo hizo y los guardaba, ya que sus tíos también se habían ido de
la casa, y él se había convertido en la única compañía de la abuelita, a quien
a sus escasos ocho años de edad, en tamaño casi la alcanzaba, siempre le decía:
mire abuelita cuando yo este grande le voy a comprar una casa grande ya va a
ver, y la voy a llevar chiniada para que
no se me vaya trompezar en la calle y se me vaya a caer y se vaya hacer algún
daño, el niño se convirtió en el bordón de la abuela, las murmuraciones de la
viejas chambrosas de la colonia siempre persistían, ya que como no estaba
presente la madre de Joselito ellas se ensañaban contra el pobre niño, eran tan
malas siempre guardaban el deseo de dañar a un pobre inocente poniéndole el
sobrenombre de “El bastardo”, ese trato era cruel, el niño no lo entendía, la
abuela solo callaba pero tenía ganas de agarrar de las greñas a esas viejas
chismosas, todas se las daban de dignas, y todas tenían su historia unas
bastante guardadas, otras no, varias
habían sido grandes firmas, algunas estaban casadas, otras acompañadas, pero
tenían sus espejos de vida bastante empañados, los cónyuges habían servido de
paño para limpiar las vidas pasadas de ellas; sin embargo al pobre niño siempre
lo menospreciaban, ellas también tenían hijos y no precisamente de un solo
hombre, algunas habían sido claras en decirlo, otras a sus pobres esposos les
habían atribuido la paternidad de una infidelidad; era una pena como eran de
malas y como menospreciaban al pobre Joselito, y en realidad el corazón puro
del niño era tan hermoso, que a pesar de las malas miradas, de las palabras
ofensivas en su contra, que las mujeres le hacían, el siempre les sonreía, en ese pequeño corazón
no existía la maldad.
Su hermanito
nació, le pusieron por nombre Juan;
Joselito, no sabía quién era el papa de ese niño, sintió celos de su hermanito,
y por primera vez sintió maldad en su corazón deseaba que ese niño no estuviera
en la casa, su mama comenzó a contemplarlo más, y a explicarle que ella aunque
tuviera más hijos nunca lo iba a querer menos; y Joselito comenzó a comprender
que entre su mama y él había un lazo tan grande que jamás nada ni nadie podía
romper, saco esa maldad contra su hermano de su pequeño y bondadoso corazón y comprendió
que su mama amaba a su hermano, mucho y trato de entenderlo porque eso hacia
feliz a su mama, y comenzó a quererlo a cargarlo en sus brazos como símbolo de
su afecto a su hermanito y a su mama, y así lo hizo, se decidió amar a su
hermano y le amo mucho, y se decía mi hermanito tambien es hijo de mi Padre
Dios.
El tiempo paso,
y a su mama le hicieron otro
ofrecimiento, el papa de su hermano Juan, quería casarse con su mama, dicho y
hecho a los cuatro meses y medio de nacido Juan, el papa de el se caso con su
mama, y se fueron a una casa que el papa
de Juan compro en San Salvador, un lugar sencillo y humilde, y su mama se llevo
a Joselito a vivir con ellos, los meses comenzaron a pasar, y la locura en la
mente de su padrastro comenzó aparecer, ya veía como mala pieza al pobre
hijastro, ya sentía que hasta era una gran amenaza para su hogar, las cosas en
la casa parecían que todo marchaba bien, lo único que Joselito no entendía
porque si este hombre se veía buena gente, a su mama siempre la veía llorando,
un día se dio cuenta que cuando él hacia travesuras, al papa de Juan no le
gustaba, lo menospreciaba ante su mama, diciéndole que Joselito era una mala
semilla, que tenía mala sangre, que el no iba a criar cuervos para que le
sacaran los ojos, y que no lo quería cerca de su hijo Juan porque le iba a
enseñar malas costumbres, como si agarrar sapos después de la lluvia fueran
malas costumbres, como si mojarse con la lluvia fuera tan mala costumbre, como
si comerse una tortilla con frijoles y queso en la mano fuera tan perverso;
muchas fueron las veces que estuvieron a punto de separase sin embargo la mama
quedo embarazada de dos niñas, gemelas, y esto cambio todo; la madre de
Joselito no estaba dispuesta que sus hijas llevaran su mismo destino y con todo
el dolor de su alma hizo de tripas corazón y opto por no separarse de su esposo
y envió a Joselito para la casa de la abuelita.
El padre de
Joselito, José Ignacio Sibirian, más conocido como Nacho Sibian, le había
pegado la soledad, quizás más el remordimiento de saber que le había arruinado
la vida a una muchacha con su irresponsabilidad, que por su culpa se había
prostituido, que su hijo ni siquiera le conocía la voz, ni había tenido el
gusto que lo llamara papa, había mujereado tanto, estaba cansado de tantas
aventuras y pensaba que ya era tiempo de sentar cabeza, recién llegado a los
Estados Unidos de Norteamerica, busco una norteamericana, la sedujo, se caso
con ella por puro interés, por papeles, pero a ella no le agradaba la idea de
tener hijos, y casualmente a pesar de sus mal andanzas solo Joselito era su
único hijo que el sabia que existía; al único que lo reconoció como hijo,
porque vivian en la misma colonia y se dio cuenta, pero a las muchas mujeres
que les había hecho daño de repente y bien que le aparecían unos treinta hijos
de diferentes edades, y madres, y todos regados pues siempre había tenido el
dicho famoso de los marineros “en cada puerto un amor”; bien se caso con la
gringa y pasados casi diez años y ya como ciudadano americano, comenzó a llamar
a la abuelita de Joselito, pero par comunicarse con ella tuvo que pedirle de
favor a la tal niña Catocha, para
decirle que quería llevarse a su hijo para el norte, que se lo quería llevar
para que fuera alguien en la vida, se lo decía y parecía que Joselito no era nadie
en la vida; que si le daba al niño para que se los llevara al norte, iba a
estudiar allá, que iba aprender el ingles, para tener un mejor futuro. Joselito
no se quería ir a vivir con un extraño;
en realidad, no quería separase de su mama, ni de su abuelita; el sabía que no
vivian en la misma casa con su mama pero estaba cerca, el pobre Joselito tenía
una carga tan grande en su corazón de alguna manera se sentía culpable de la
mala vida que su mama tuvo al salir embarazada de el, el ya se preguntaba muchas
cosas y los cucheos de las chismosas ya habían llegado a su mente y a su
pequeño corazon, los recuerdos de los menosprecios de la gente, de oir cierta
palabra cuando sus vecinas chismosas se referían a el como el bastardo le
repicaban en sus pensamientos, esa palabra que le había preguntado a su
profesora en la escuela y ella le había explicado que un bastardo era el hijo
de nadie, era un hijo que no había nacido dentro del matrimonio y que se
suponía por eso que no tenia padre, los desprecios de su padrastro hacia el, le
hacían mucho daño, y sobre todo acordarse de ver llorar a su mama, cuando
lo ofendían o lo menospreciaban a el, le
dolía tanto, ahora si a sus casi diez años ya comprendía los comentarios de la
gente, ya comprendían porque siempre unas señoras que lo miraban con malos ojos
le preguntaban cosas de su mama y siempre le decían ciertas cosas de ella y por
todo eso tomo una decisión, que aunque su papa fuera un extraño, se iba
arriesgar, se iba a ir con el.
Le hizo creer a
su mama que quería conocer a su papa, que quería ir a estudiar, y haber que
pasaba, le dijo a su abuelita Catocha, que se iba para trabajar a sus escasos
diez años para comprarle la casa que siempre le había dicho, y que le iba a
mandar mucho dinero.
Era un dia lunes
a las cuatro de la mañana tocaron a la puerta un coyote, el inteligente del
papa de Joselito, por no haberle arreglado los papeles a su hijo en el tiempo
preciso y por tal que Joselito fuera a clases desde el primer día de escuela, y
más que todo por saciar su soledad, mando a traer al niño con un coyote, el
niño tenía que pasar el desierto, esto no se lo habían dicho a la mama de
Joselito, sino se hubiera negado a semejante cosa, a ella lo que le habían
planteado era que un señor se iba a llevar el niño por avión, que necesitaba un
permiso hecho por un abogado, y que así se iba a ir, que se iría el día
viernes, por avión a las diez de la mañana; la abuelita de Joselito de tristeza
que el niño se iba estaba enferma, le dolía hasta el pelo, se la habían llevado
al hospital el día sábado, y Joselito estaba al cuidado de su tía mayor la Tía
Elvira, y estaban en la casa de la abuelita; su tía, ignoraba como se había
hablado que serian las cosas.
El coyote, con
instrucciones de Nacho Sibirian, y por una urgencia del mismo coyote, llego
cuatro horas antes, se lleva por tierra a Joselito, solo le pide a la tia le
ponga dos mudadas de ropa, un poco de agua y el muy ingrato le dice que si el
niño ya desayuno, lo despierta y sin bañarse, ni comer, se lleva al niño
exponiéndolo al peligro, al desierto, a la muerte.
El coyote pensando
que lo iba hacer pasar por su hijo, llevaba ya unos papeles falsos, que a saber
de donde los había sacado, que decían que Joselito era su hijo, aunque lo que
decía el papel no se veía muy convincente ya que el coyote era negricillo,
negricillo, casi un sorullo; solo los dientes y los ojos le cheleaban, y
Joselito casi parecía hijo del sol, excepto porque si se le veían las cejas,
las pestañas y los ojitos eran color grises a veces se le veían verde musgo a
veces miel; y junto con ellos iban otras personas tres mujeres una de veinte,
una de veintidós y otra de treinta años de edad, cuatro hombres uno de veinte,
otro de veintiuno, uno de veinticinco, y el otro de cuarenta, todos en búsqueda
de un sueño americano, ninguno se veía fino aunque si las mujeres llevaban más
de una cosita de oro que les brillaba, ninguno era de buena casta, aunque sí de
buenas costumbres, eran personas decentes que con mucha incertidumbre y dolor
iban buscando una mejoría en su vida, todos se veían algo sencillos, con miedo,
preocupados, llevaban varias maletas, y el coyote iba renegando, que porque
llevaban tantas cosas, les decía que estorbo les iban hacer, y que en el camino
las iban a tener que dejar, y que mucho escándalo se veía, como si querían
impresionar a alguien, que rápido los iban a descubrir, pasaron la frontera
salvadoreña, a ese tiempo no habían tantos controles como hoy, llegaron a
Guatemala, un poco más calmados tomaron un bus y viajaron hacia México, y allí
abordaron dos taxis, lo malo fue que por llevar prendas de oro, los taxistas
eran delincuentes y se desviaron de la calle y les robaron cuanto pudieron, el
coyote con el único que se sentía comprometido era por Joselito, al ver las
actitudes de los taxistas se le aventó del taxi, jalo al niño de un brazo y
comenzaron a correr, solo dos de los tres muchachos varones y dos mujeres se
salvaron del asalto, corrieron persiguiendo al coyote, quien se metió en un
cañaveral, se estuvieron allí por mucho rato, una unidad de policía venía
detrás de los taxistas y los que quedaron atrapados comenzaron a gritar, los
detuvo la policía, a todos a los taxistas por delincuentes y a los inmigrantes
por emigrar, y los llevaban para repatriarlos.
El coyote cuando
sintió que estaban seguros, salieron buscaron algo para llevar agua, hallaron en el camino un pick-up, quien lo
manejaba no era ningún sencillo, el coyote
le dijo que cuanto les cobraba por dejarlos cerca de un sitio, y les dio
su precio, nada barato, y llegaron hasta el desierto de Tijuana, allí comenzó
el calvario para todos, mal dormidos, sin comida, con poca agua, en medio de la
nada, en medio del calor y del frio de la noche, se llevaron varios dias para
pasar, que difícil, y pasaron un rio cerca de Texas, por piedad a ese niño uno
de los guardias se hizo el loco, como si no los había visto, dejaron pasar al
coyote y al niño, y más atrás venían los otros ilegales, a quienes detuvieron
en el lugar, y pasaron.
Una llamada hizo
el coyote al papa de Joselito, ya los estaban esperando unas personas en un
pick-up, todo había sido tan rápido, el niño estaba deshidratado, había bajado
varias libras de peso, estaba doradito de sol, requemado, sucio, y con hambre,
llegaron a Los Ángeles, allí estaba Nacho Sibirian, el papa de Joselito,
esperándolos con una parte del dinero, cuando los vio se asusto porque el niño
se veía bastante desmejorado, y dijo al rato se me muere, allí si voy a estar
en problemas.
En El Salvador,
a la madre de Joselito, su hermana no le había dicho que ya se habían llevado
al niño, a las dos de la tarde se entero de la noticia, ella no queria ver
partir a Joselito, ella sentía que ese golpe seria demasiado para ella, la
superaba, y no queria, en ese mismo momento se fue a poner la denuncia a la
Policia, pero ya era demasido tarde, ellos bien temprano habían pasado la
frontera, no le quedaba más alternativa que esperar, no sin antes irle hacer un
gran escándalo a la madre de Nacho Sibirian a la tal niña Chávela, que cuando
la vio no estuvo lista para cerrar la
puerta de su casa, y jamás había tenido a ninguna fiera dentro de ella, la
madre de Joselito, le exigió inmediatamente el numero de teléfono del
descerebrado de Nacho Sibirian, el sin vergüenza no le quizo contestar, y ella
le dejo bien claro a niña Chavela, que si algo le pasaba a su hijo, no iba a
descansar hasta que estuvieron presos, la vieja se hizo la que le daba un
infarto, ni caso le hizo la madre de Joselito, cuando la vio que fingía le
dijo: señora deje el espectáculo que por eso nadie le va a pagar, no se en que
cabeza cabe hacer lo que su hijo hizo, avíseme inmediatamente llegue mi hijo, y
si algo le ha pasado malo aténgase a las consecuencias, y salio, los hermanos
de Nacho se asustaron, y cuando ella se fue se comunicaron con él y le dijeron
suplícale a Dios de todo corazón que ese niño llegue bien, porque ahora si nos
has metido en un gran problema, todos
estamos en un gran problema, vos nunca conocistes de que madera esta hecha la
mama de tu hijo.
Cuando Joselito
vio por primera vez a su papa, el dijo Hijo no va abrazar a su papa, hay que
lindo mi hijo, es igualito a mí, a mí se parece decía, para el niño lo que le
parecía es que veía un completo extraño, lo vio a los ojos fijamente, y solo le
dijo buenas tardes, Nacho por fotos ya conocía a Joselito, venga hijo vámonos,
lo llevo a su pequeño apartamento, donde le preparo un lugar para dormir en un
sillón viejo y sucio, aquí vas a dormir le dijo, el niño como jamás había sido
ambicioso lo acepto pero no cruzaba mayor clase de palabras con él, Nacho se
encargo de contarle como había sido que él se había enamorado de su mama, y que
todos estos años él le había ayudado económicamente a su mama para sostenerlo a
el, y que su mama era una malagradecida y una orgullosa que no quería recibirle
el dinero que él se ganaba con tanto esfuerzo para su amado hijo. El niño solo
lo miraba fijamente sin decir ninguna palabra, era pequeño pero bastante
inteligente, no le creía ninguna palabra, el sabia que todo era mentira y sabia
que el estaba en ese lugar sacrificándose por ayudar a su mama y por nada más.
Cuando la gringa,
la madrastra vio al niño, no le cayó en gracia que el viviera con ellos, tomo
una decisión que desde antes quería hacer, dejar al tal Nacho, estaba cansada
de sus irresponsabilidades, como para aceptar tener otra boca mas para mantener,
porque ella era quien sostenía el hogar, estaba harta, de todas las mentiras,
estaba harta de sentirse usada, estaba fastidiada y hasta el cansancio que
cuando se caso, no sabía que su esposo iba ser tan cómodo, que en vez de
funcionar como un esposo lo que ella había adquirido era un hijo, fue suficiente,
no más le dijo la mujer, hasta aquí llegamos, te mando los papeles para
divorciarnos, y si no te parece, entonces voy a pedirle a un juez que me pagues
todo el dinero que durante años he invertido en ti. Al cabo de unos meses se
divorcio de Nacho, y entonces Joselito,
se quedo viviendo solo con su papa, solo con un extraño, que ya tenía ciertos
planes, cuando la mujer se fue se dijo: al fin libre, que bien se siente, bueno
viernes y sábado por la noche, comienza la fiesta, al muy inmaduro se le olvido
que ya no vivía solo, que tenia un menor a su cargo, que este niño, estaba en
un país extraño, para ventaja de el, en ese estado se hablaba español, pero era
un lugar mucho más grande, para un niño, que el necesitaba ayuda en todo
sentido, y Nacho comenzó a irse a parrandear, a vivir de préstamos, “el padre de Nacho Sibirian” era la nueva
victima, y comenzo a dejar al niño solo, no le preparaba el desayuno antes de
irse a estudiar, se le olvido tantas veces irlo a traer después de la escuela, como
la gringa era quien pagaba el alquiler del lugar, y no era barato, para poder
seguir viviendo en el mismo edificio se tuvieron que mudar hasta el piso
treinta y seis, sin ascensor, era difícil, aunque Nacho también le estaba
sacando lucro a Joselito, el gobierno le pasaba cierta cantidad de dinero y
unos ciertos cupones para sostener al niño; el calor en verano era difícil,
subir esas escaleras que parecían no terminar, pero lo más malo era que
Joselito tuvo que ver muchas mujeres desfilando al cuarto de su papa y él se tenía
que quedar callado, muchas veces sin comer y durmiendo en el sofá, vaya
ejemplos, en la escuela se hizo de un amigo, que también era salvadoreño, este
niño vivía en un edificio cercano a el, la abuelita de este niño sin conocerlo
intuía que algo no estaba bien con Joselito, comenzó por mandarle sándwiches y
galletitas que ella misma cocinaba, esa abuelita era como un ángel que Dios le había puesto en el
camino. Pasaron los años y Joselito tenía un gran propósito en su vida, jamás
ser como su padre biológico...
Continuara...
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